miércoles, 27 de enero de 2010

"Las Estaciones" de Artavazd Pelechian (1975).




La cámara de Artavazd Pelechian pertenece a los parajes, las nubes, los animales y los hombres que retrata en este documental.  No juzga, pero hace asociaciones poéticas. La vida en el campo es armoniosa porque los hombres no son antagonistas del medio ambiente, más bien son complementos. Pelechian no los mira desde la postura de lo "exótico", más bien busca identificación en la aparente simplicidad del quehacer cotidiano, lo llena de matices como cuando retrata el túnel por el que pasan cientos de ovejas y se ve por momentos el dramatismo de la oscuridad y la esperanza de la luz. La cámara pasa desapercibida, nos vemos inmersos en ese mundo con excepción de los momentos de sobreexposición y de cámara temblorosa,  que hacen presente al realizador. Pelechian no quiere mentirnos, asume su posición de observador.


Pelechian establece asociaciones de parejas en el entorno.  Empieza con la soledad de un hombre luchando por salvar una oveja en el río, toma general de duración extendida que acompañada de música orienta al espectador a la relación espiritual del hombre y su animal. Después los establece en un lugar con montes y nubes, con una panorámica del pueblo y después vemos a los pastores con muchas más ovejas. Pelechian le otorga importancia a esa relación dentro del mundo. Y todo sin diálogos, voces en off, ni textos. El realizador considera a su público inteligente, pero sobretodo, libre de espíritu para realizar asociaciones.

Lo mismo sucede cuando retrata a los pastores bajando abrazados de las ovejas para protegerlas. Hace una distorsión del tiempo, prologándolo a partir de cámara lenta y repeticiones, se escucha música. El mundo exterior no importa, somos dichosos de poder ver ese momento minuciosamente, de disfrutarlo más de lo que dura en términos reales porque su importancia requiere que el tiempo se detenga para verlo.  Los movimientos de la cámara son sutiles, parece que ella va resbalando también, cómplice.

En cuanto a la bajada de los hombres con bultos de hierbas, la cámara se pone de lado de los hombres también. Los sigue sin temor a ser vista en su temblor, capta las situaciones repentinas con humor y cariño.

Este documental me pareció hermoso y admirable, pues apela a las variantes emocionales de los espectadores más que a su intelecto. Es un ejemplo de que el cine tiene capacidad de ser universal, más allá de lenguajes y culturas. Es orgánico y familiar, Pelechian demuestra lograrlo al retratar a su objeto con amor, como si él fuera parte de las conexiones espirituales que ve presentes.


"Nobody's Business" de Alan Berliner (1996)

Enfrentarse a una de las dos figuras que determinan con tanto peso quienes somos y a donde va nuestra vida es difícil en la vida diaria. Y aunque es cierto que en el cine de alguna manera siempre se vierte una parte íntima del realizador, hacer un retrato en medium close up del padre (y por lo tanto del hijo mismo, un autoretrato) resulta avasallador. "Nobody's Business" transcurre a partir de la conversación que el realizador Alan Berliner tiene con su padre al hacer una retrospectiva de su vida y su familia. Ese diálogo en off sirve de conexión entre una serie de disertaciones hacia el pasado personal y universal, pero sobretodo sirve como monumento al padre, incluso a través de su cuestionamiento.

Destaca un montaje que escoge con precisión intercalar imágenes de archivo con material de filmes caseros, la entrevista con el papá e imágenes de panteones judíos descuidados o de campos de concentración abandonados. Así, él crea nuevos significados y plantea cuestiones a partir de las respuestas del padre. Berliner indaga en la cuestión de la familia y de las obligaciones morales que se tienen hacia con ella. Por un lado, el papá niega interés en saber de su propio padre y su abuelo, por falta de convivencia, ni se plantea la historia general del pueblo judío en el holocausto y como inmigrantes. Queda claro porqué para él su noción de familia es su familia próxima. Berliner lo expone a través de las home movies. Existe un pasado compartido que los une, cuestión que aleja a aquellos que su padre niega como familia. Berliner vulnera a su padre sin necesidad de abusar de su rostro. Cuando Berliner Sr. finge no escuchar la pregunta de su hijo "Why did you do all the 8mm home movies?" el realizador intercala vertiginosamente imagenes conmovedoras de las home movies con imágenes de su papá con su sordera conveniente. Podemos ver un sujeto humanizado sometido al examen de su propio hijo. Más allá de los errores que pudo haber cometido en el pasado, más allá de traumas y divorcios, el padre de Berliner sufre porque ama y su hijo se da cuenta de eso.


Por el otro lado, las imagenes de archivo de la llegada de inmigrantes europeos a Estados Unidos mientras Berliner Sr. habla de su padre, son usadas para desarrollar la tesis de Berliner que de alguna forma lo emparenta con todo el pueblo judío. También utiliza texto para desarrollar la idea de que si se recorrieran cincuenta generaciones en el pasado, se encontraría que todos los seres humanos son primos, familia.  Y así, como menciona uno de los reencontrados primos de Berliner "cuando me entere que eres mi familia, te trataré diferente, mejor." Berliner expone la cuestión de responsabilidad que tienen los individuos con la sociedad que es su familia también, idea antítesis de la noción de la familia que tiene el padre. 

"Nobody's Business" me parece un ejercicio de exposición personal interesante y valiente. Al ser honesta y carecer de pretensiones con situaciones sencillas e íntimas, Berliner toca fibras universales que acercan la relación de un padre y su hijo, que a pesar de todas las diferencias se aman y se complementan. Podemos ver en Berliner un poco de la necedad de su padre y en la confianza de sus ideas,  vemos que la opinión que su padre tiene de su trabajo le importa tanto como para meterla al final de la película. Como espectadores, es difícil no identificarse.