miércoles, 14 de abril de 2010
"Jaguar" de Jean Rouch (1967).
Jean Rouch es un personaje con una curiosidad infantil y una inteligencia estratégica de genio investigador. Además, es una persona que se desenvuelve con los habitantes de los lugares que retrata. Tal vez es demasiado decir que Rouch y los sujetos retratados en Jaguar son amigos, pero definitivamente sí existe una complicidad que retrata confianza. Rouch en este film conoce a sus sujetos y les pide cosas acordes a cada uno. ¿El resultado? Una apariencia en pantalla de naturalidad en esta etnoficción. La cámara es un compañero más de estos jóvenes, con quien se sinceran no en un sentido de entrevistador/entrevistado y todos los distanciamientos que eso significa, más bien como un cómplice.
Es muy interesante el hecho de que Rouch trabaja con limitantes que para él son retos a sobrepasar con ingenio y que terminan en resoluciones geniales. El no poder llevar equipo de audio portátil para seguir a estos jóvenes hace que tenga que realizar un doblaje al finalizar. Así, el ejercicio de presentarles a los protagonistas las situaciones que han representado en el pasado y dejar que opinen al respecto obliga una retrospectiva de las situaciones desde un punto de vista auténtico.
En todo esto, la idea de Rouch de exponer a los protagonistas a la realidad directa a partir de situaciones previamente construidas le representa un doble reto: utilizar recursos de ficción como la visita al adivinador donde es evidente una creación atmosférica, en la medida de las posibilidades, en términos de iluminación y de la forma de proceder del adivinador. Mientras tanto, cuando Rouch retrata a sus protagonistas entre la concurrencia del mercado y éstos a su vez no se ven inmutados por la cámara (con algunas excepciones) podemos ver trabajo de planeación y de disimulación importante.
A partir del humor jovial, la película de Rouch logra un acercamiento sumamente humano. Una de las tesis frecuentes en su trabajo, con afanes de lograr entendimiento intercultural, es que los individuos de las culturas retratadas no eran muy diferentes a la audiencia que observaba sus trabajos desde occidente. Y así, los jóvenes de Jaguar, establecen vínculos con nosotros al verlos en situaciones elementales, de amigos. La cámara de Rouch, un jaguar más entre ellos, se sube a los camiones, camina, se mete entre la gente y está cerca todo el tiempo; los jóvenes protagonistas, actúan tal vez más desinhibidos ante la cámara. Rouch cataliza situaciones y luego se sienta a esperar, atento a apuntar su cámara a las situaciones.
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